De Octavio Paz. Ignoro la procedencia exacta, pero la estoy tomando de los epígrafes de la tesis de maestría de una amiga muy querida y admirada. El punto es: ¿estamos dispuestos a asumirnos completos y cabales? ¿por qué nos sorprende, en un incidente aparentemente anodino, nuestro propio corazón que se estruja?